viernes, 20 de febrero de 2015

Cuarto pecado

Cada vez que entraba a tomar café, se fijaba en si su vecina había comprado muebles o alguna alfombra mas. De ser así ella corría rauda al día siguiente a comprar algo y mejor, claro…

Nunca estaba satisfecha, quería ser superior en todo a su “odiosa vecina” la muy cerda no tenía ni una sola arruga, a pesar de ser un año más vieja…¿y qué decir de el marido?

Era una especie de Adonis musculoso, cuando el suyo propio era un calvo con una enorme panza que solo pensaba en comer, (y que por eso estaba en el hospital)

¿Y sus dos adorables hijos, rubios como ángeles, cuando ella solo tenía un gato?

Era injusto que se le negara tanta felicidad…

Eran amigas pero cuando se reunía con otras de su misma especie, jugaba a destripar verbalmente a su “mejor amiga”

Un día asomándose al balcón vio las preciosas cortinas que había colocado su amiga y pensó que esta vez la superaría con creces, compro las mas espesas y caras que encontró (a pesar de no gustarle) y se dispuso a esperar al domingo para colgarlas…

El domingo era el día clave, todas las vecinas estarían en los balcones y verían las espectaculares y “superiores” cortinas nuevas. Cuando escucho ruidos en el bacón de su amiga, se subió a la escalera con los pesados cortinones, tarareando una canción.

No se fijo en la cara de horror de sus vecinas al verla allá arriba, no se fijo en que fallaba su pie en el siguiente escalón, No se dio cuenta de que caía envuelta en terciopelo…

Seis pisos más abajo, con un tremendo golpe, pareció comprender su gran pecado…

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